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La conciencia no se toma vacaciones

  • Reivindicando la ratificación del 189 de la OIT en la cima del Mont Blanc

Artículo de Vicente Sánchez publicado en nuevatribuna.es el pasado 21 de agosto

09/09/2016.
La conciencia no se toma vacaciones

La conciencia no se toma vacaciones

Tras superar con gran esfuerzo un reto físico y mental en el que los descuidos se pueden pagar muy caros, un equipo de personas de CCOO conseguimos llegar a la cima del Mont Blanc la pasada semana, coincidiendo con el aniversario del primer ascenso a esta cumbre.

Allí, en el pico más alto de Europa, a 4.808 metros de altura, pudimos ondear nuestra bandera y reclamar la necesidad de ratificar por parte del Gobierno el Convenio 189 de la OIT para las Trabajadoras del Hogar. Una exigencia que no podemos dejar olvidada ni un momento, pues es inadmisible que se siga permitiendo en pleno siglo XXI la dramática discriminación que sufre este sector laboral. Es imprescindible que estas trabajadoras, mujeres en casi su totalidad, dedicadas a lo que más queremos -nuestros hijos, nuestros mayores o nuestras casas- tengan de una vez por todas unas condiciones de trabajo iguales a las del resto de trabajadores.

Ya en el refugio, a salvo de las inclemencias, conseguido el reto de subir a lo más alto y hacer visible nuestra reivindicación, la soledad de la montaña y la sensación de vulnerabilidad que produce enfrentarse a la naturaleza más dura y terrible, nos hizo parar a reflexionar sobre lo difícil que es alcanzar los objetivos que realmente merecen la pena. Sin duda, para llegar a culminar los propósitos, sean alpinos o sindicales, es necesaria una específica preparación individual de cada componente del equipo, la confianza mutua, el compromiso personal y, por supuesto, el compañerismo.PLAYDe esta manera, también nos paramos a recapacitar sobre cómo construir un sindicalismo más eficaz para lograr defender mejor los derechos de las trabajadoras y trabajadores. Es decir, qué tipo de organización necesitamos, cómo deben ser las personas que la construyan y cómo debemos alcanzar nuestros objetivos, entre otras cuestiones.

De hecho, ese día no sólo fuimos nosotros los que coronamos la cima de Europa, sino que en nuestro mismo camino otros dos desconocidos compatriotas subieron a la par. Al sacar la bandera del sindicato descubrimos para nuestra sorpresa que una de aquellas personas era delegada de CCOO. Esta casualidad fue como una esperanzadora metáfora de que, en la consecución de nuestros ojetivos, estamos siempre más y mejor acompañados de lo que imaginamos.

Si algo caracteriza a las montañas más altas es que desde ellas se obtiene una visión más global, aunque para ello se hace necesario salir de la seguridad que proporciona el valle y arriesgarse a emprender el camino. En este sentido podemos comprender como la primacía ideológica del neoliberalismo y la globalización económica circunscriben la actual realidad en todas tus dimensiones, por ello la solidaridad obrera, particularmente la internacional, cobra mayor trascendencia de la que jamás se pudo imaginar.

Junto a ello se une que el sindicalismo debe afrontar nuevos y, en algunos casos, desconocidos retos, fundamentalmente un mercado de trabajo más diversificado, con un número cada vez más significativo de trabajadoras y trabajadores con condiciones de precarización mantenidas y en el que predominan las pymes y micropymes. Un escenario en el cual organizar a los trabajadores como veníamos haciendo hasta ahora no sólo va perdiendo sentido sino que en la práctica se muestra cada vez más difícil. Una de las consecuencias más visibles de estos cambios es el desmoronamiento de un Estado de Bienestar basado, al fin y al cabo, en la existencia de un mercado de trabajo razonablemente decente y con derechos.

Con ello va quedando patente que, como en cualquier otra aventura, para llevar a cabo la imprescindible evolución del sindicalismo, capaz de afrontar los retos propios del comienzo del siglo XXI, necesitamos gente preparada, comprometida, honesta, trabajadora y responsable. Pero sobre todo, necesitamos personas valientes, que entiendan otras maneras de hacer sindicalismo y que estén dispuestas a arriesgar desde nuestros valores identitarios para devolver los derechos laborales al lugar que les corresponde: el centro del debate económico, político y social.